La Cencerro Race es una carrera de resistencia low cost en la que se compite con coches chusta. Los requisitos son: coches de más de 20 años, de serie, gasolina atmosféricos de menos de 150 CV y cuyo valor debe ser menor de 1500 pavos.
Hacía meses que David comentó acerca de ir. Pero lo típico: nadie concreta nada porque todos pensamos que todavía falta mucho y la propuesta se pierde en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Sí, lo he copiado de Blade Runner, qué pasa.
Como suele pasar en estos casos, el tema se reabre, cosa que sucedió… con menos de una semana de antelación. Ok, eso por sí solo no es problema si nos sabemos organizar. ¿Tenemos gente? Sí, 4 personas se apuntan: el menda, Pablo, David, y el más importante, Juande, que es el dueño del coche con el que vamos a correr. ¿He dicho coche? Un Rover 216i de serie, pero con baquets y jaula antivuelco. Mu rico. Entonces, si tenemos gente y coche, todo listo. Vamos a Almería, corremos, ganamos, nos hacemos famosos y ricos y pa casa. Pues no. A partir de aquí comienza la odisea.
En lugar de contar todo en plan novela, voy a hacer una lista con los problemas que nos surgieron.
– El Rover está dado de baja. La persona que tiene el remolque no está disponible. No nos lo podemos llevar.
– Segundo coche: un BMW 316i del ’94 con 284000 km de estricta serie y con los papeles en regla.
– El BMW parece ir bien hasta que Juande nos escribe diciendo que el motor se calienta como una perra.
Todo esto ocurrió un viernes en Madrid. La carrera Cencerro Race era el siguiente domingo en Almería. A 550 km de Madrid. “No corremos”.
Paralelamente, David había quedado con un tipo para comprarle un set de llantas con neumáticos para este coche, ya que no era plan de correr con las mismas gomas con las que teníamos que ir y volver (que encima eran de invierno).
El mismo viernes, Juande se queda hasta las 3:00 de la madrugada para intentar encontrar la causa de los calentones… y da con una posible causa: un manguito estaba suelto. Lo coloca y se va a sobar porque el plan era salir hacia Almería el sábado temprano.
Sábado por la mañana: Pablo me pasa a buscar por el lujoso hotel de 1 estrella en el que me alojaba yo y nos vamos al punto de encuentro para (en teoría) salir desde allí.
¿Y salimos? Pues claro que no, joder. ¿Cómo iba a ser tan fácil? El coche se sigue calentando. De puta madre. Juande llama a un colega suyo que es mecánico y le dice que purgue el sistema de refrigeración. En el vano motor del BMW todo está en riguroso alemán, así que Juande me pregunta cómo se dice purga de aire en ese idioma. Con mi nivelazo (risas) le digo que tiene que ser algo con “lüftung”. Habemus potra y junto al tapón de llenado de refrigerante hay un tornillico que pone “Entlüftung”. Lo afloja y comienza a salir vapor cual olla express.
Tras media hora soltando vapor y rellenando el circuito de refrigerante, comienza a salir líquido. Probamos el coche y vemos que ya no se calienta. Festival. ¿Podemos irnos? Claro que no. David llega con las ruedas marroneras que se había agenciado y nos damos cuen que las gomas tienen 17 añazos (pueden hacer la selectividad) y encima una está pinchada. A tomar por culo la bicicleta. “No corremos”. Para hacerlo todo todavía más surrealista, aparecen unas muchachas vestidas de sevillanas y comienzan a bailar en la calle. “Tirititran, tran, tran” decían. Parecía que se cachondeaban en plan: “Os traemos Andalucía a Vallecas porque vosotros no vais a llegar ni de fly”.
A esto que Juande dice: “Vamos al taller de un colega, que allí tengo 4 gomas usadas”. Antes de ir, arreglamos con cinta adhesiva un faro que estaba que se caía. Queda de competi.
Llegamos a media mañana a un taller marronero en un polígono muy siniestro y resulta que hay una cola de la parra. Así que nos sentamos en el suelo a esperar. En un momento dado, David dice: “¿El coche tiene cubrecarter?”. Negativo. Pues sin cubrecarter no corremos, porque es obligatorio y la organización de la Cencerro Race mira los coches con lupa. Con la desesperación en aumento, Pablo y yo nos aventuramos a explorar el polígono en busca de alguna cosa que usar como cubrecarter. Llegamos a un callejón sin salida donde hay una valla con un cartel metálico que dice “Zona videovigilada”. Iría de puta madre como cubrecarter, y estaba atada con cuatro alambres guarros, así que pensamos en chorizarla. En el último momento, y con buen criterio, no lo hicimos. Hubiese sido bastante irónico. Volvemos al taller y el dueño nos comenta que nos da permiso para urgar en el container donde tira las piezas que sobran. Nos tiramos de cabeza y damos con un cubrecarter de un Audi A3 TDI to roñoso. Lo empaquetamos y a otra cosa, mariposa.
¿Y los neumáticos? Uno de los muchachos del taller se lo curra y nos las monta en cero coma en las llantas recién agenciadas con equilibrado y válvulas nuevas, que las que venían estaban como pa meterle un puñetazo fuerte en la boca al que nos vendió las ruedas. “Están para drift” decía. Su puta madre. Un eufemismo para decir que te está encalomando bazofia XXL.
Pero bueno, al menos la cosa marcha. Son ya las 2 y pico de la tarde del día antes de la Cencerro Race y todavía estamos en Madrid. Cargamos todas las cosas en los coches y tiramos para Almería. El destino nos queda a 550 km. Casí ná pal cuerpo.
A eso de las 11 de la noche llegamos a Tabernas sin el menor problema: el BMW va como un reloj y no se calienta nada. Y el Celica de David, pues qué decir. Es un Toyota. Como el Land Cruise con el que competí en la Maroc Challenge. Cenamos y nos empiltramos porque mañana es el gran día. A las 7:00 h había que estar en el circuito de Almería. Y más valía ser puntuales porque a las 8:00 h cerraban puertas y ya no podía entrar nadie más.
Día D: domingo. 7 y pico de la madrugada mañana. Llegamos al circuito y ya se ve ambientazo.
Legalizamos nuestra situación con la organización de la Cencerro Race y nos metemos en nuestro box, que para eso lo hemos pagado. Misión: colocar el cubrecarter del A3 TDI de manera cutre-salchichera con bridas de plástico. O eso, o no corremos.
Ponemos las llantas y neumáticos de competi con los que íbamos a correr: 2 Uniroyal de lluvia y 2 Michelin chusqueros, todos a medio uso. El transponder está colocado, el número puesto, y la imagen de los Pistoleros del Eclipse en su lugar. Todo preparado para correr.
Rodamos unas vueltas de entrenamiento y la peña ya va a fuego. Pero a puto fuego. Nos percatamos que el circuito es bastante jodidillo porque tiene un par de curvas ciegas que te la pueden jugar. De hecho, la gente pisa la tierra y las nubes de polvo son una constante durante toda la carrera.
Fin de los entrenamientos. Comienza la carrera. Nos quedan 6 horas por delante. ¿Aguantará el coche?¿Se calentará?¿Petarán los neumáticos?¿Se caerá el cubrecarter de competición? Todo apunta a que sí a todo. Juande hace el primer turno de hora y media. Luego iría Pablo, David y por último yo. Tras el muro del pit lane observamos cómo la peña se regala mucho, tal vez demasiado y al final la organización tiene que pegar el toque a unos cuantos para evitar males mayores.
Pasa la primera hora y media y Juande entra en boxes. Todo correcto. El coche va de lujo y los tiempos por vuelta son buenos (alrededor de 3 minutos). Cargamos combustible durante la pausa obligatoria de 5 minutos y Pablo se sube al coche. Su turno también es de hora y media.
A la hora y algo de estar rodando en la Cencerro Race, nos dice por el walkie-talkie que va sin frenos: el pedal se ha ido al fondo y que necesita cambiarse los calzoncillos. Así que entra en boxes. Echamos un ojo al estado de las pastillas y parecen OK. Ha sido fading. Suponemos que en los 5 minutos de pausa se enfrían algo los frenos y David se pone a los mandos. A la primera frenada se percata que aquello todavía no va como debiera. Da un par de vueltas de enfriamiento y parece que el problema se soluciona. Acaba su turno y me pongo al volante. Nada más salir de boxes noto que el pedal del freno tiene un tacto de mierda. Nada que ver a cómo iba antes de la carrera. Un poco acojonado, decido frenar lo mínimo y usar el motor para decelerar. Tampoco podía regalarme en las curvas porque los flancos de los neumáticos estaban ya hechos mierda. Joder, me había pasado el coche como quien pasa la chusta de un porro. El coche olía a uña.
A la hora justa después de haber tomado yo el coche, sale el safety car y aprovecho para entrar en boxes porque el coche no iba como debiera. Sacamos las pastillas de freno, y esto es lo que nos encontramos:
Cuchillos pa cortar queso. ¿Cómo coño iba a frenar con eso? Gracias a unos fans que pululaban por allí (un saludo, cracks), ponemos el kit de pastillas nuevo y David vuelve a la carga. Quedaban 20 minutos para el final de la carrera.
El resto transcurre sin novedad y, contra todo pronóstico, ¡conseguimos acabar las 6 horas de resistencia de la Cencerro Race!
Maravilloso. De ver claramente cómo no corríamos el viernes, a acabar felizmente la carrera el domingo. ¡Y encima en el puesto 14 de veintipico! Vamos, que me viene una pitonisa el viernes y me dice esto y le escupo en la cara.
Todo esto ha dejado claro que un buen equipo hace muchísimo: Juande, con su saber hacer y sus contactos nos solucionó muchas papeletas. Pablo se esforzó al límite para conseguir llegar uno de los primeros tras solucionar la prueba de antes de la carrera para conseguir la llave del coche. Y para no morir cuando se vió sin frenos. David se lo curró para cumplir su palabra y conseguir las piezas que necesitábamos y para hacer un papelón en la carrera (todos los hicieron). Y yo, bueno, a parte de dar pena, soy el que ha escrito la crónica de la carrera Cencerro Race. XD
Pero lo que sí es verdad es que el esfuerzo y la perseverancia de todos dió sus frutos. Incluido el BMW que volvió a casa tras la carrera y se portó como un campeón. Y ahí está el resultado.
La Cencerro Race es una carrera low cost, tanto en el coste de la inscripción (unos 350€, dependiendo del circuito donde se corra) como en los coches que puedes usar. La idea es la de pasárselo de puta madre sin importar quién gana al final del día. Eso es lo de menos. Lo divertido es conocer a la peñita, ver cómo tienen los coches y echarse unas risas.
Así que ya sabes. Junta a tus colegas Petrolhead (¡Estamos TODOS EN YOUTUBE!), consigue un cacharro lo suficientemente lamentable y apúntate a esta competición, que te lo pasarás de puta madre. Te lo dicen los Pistoleros del BMW.