Cuando me compré el S2000, le dije a algunos de mis amigos que este sería el último coche que iba a agenciarme, porque seguramente me mataría con él. A lo Thelma y Louise, en plan saltando por un barranco, dándole al pause justo cuando esté en el aire y luego fundido en blanco. Lo clásico.
En un intento (espero que no en vano) de eludir mi destino, pregunté a un grupo de sabios qué circuito minoritario cerca de Barcelona es el mejor para ir a hacer unas tandas. La idea era aprender los límites que tiene el coche en un entorno seguro y sin barrancos de por medio. Una de las respuestas fue un curso en pista mojada en el circuito de Calafat (provincia de Tarragona). Como el mundo es un pañuelo, y nosotros somos los mocos, adivinad quién organizaba el evento: R-Events. Y es más, uno de los organizadores era el mismísimo Ibérico. ¿Os acordáis del Lotus Exige con problemas sexuales (siempre andaba caliente)? Pues ese.
Así que dicho y hecho. Llamé a un colega para no ir yo solo a dar pena, y para Calafat que nos fuimos. Llegamos a tiempo para el briefing inicial, hacer una miaja de networking y enseguida nos movimos al pequeño circuito donde se iba a hacer el resto del curso.
La agenda del día era:
- Slalom 1
- Cronometrada 1
- Trazada de curva (en seco)
- Slalom 2
- Cronometrada 2
- Control del derrapaje en curva amplia
- Control del derrapaje en curva estrecha
El orden de las pruebas no lo recuerdo bien, bastante tenía con mantener bajo control la mala puta del S2000.
El grupo era bastante variopinto, en máquinas y en gente: Varios Lotus Exige (¡Ojo con cómo lo levantas en el elevador!), otros tantos Elise, tres MX-5, un M4, un 911 GT3, un Toyota MR-2 de la primera generación y yo. Coches diferentes, pero todos teníamos algo en común, problemas para mantener bajo control a nuestras máquinas. Alguno ya tenía los huevos negros de hacer cursos y se notaba. Otros, la mayoría (entre los que me incluyo), las pasábamos putas para mantener el coche “en lo negro”.
Para quitarse las legañas, nada mejor que un buen slalom para demostrar al mundo lo bien que tiramos conos al suelo.
El circuitillo era pequeño, pero dió muchísimo de sí, ya que se podían hacer infinitas configuraciones. Eso fue ideal para las cronometradas, donde el trazado era corto pero muy ratonero, y con curvas de radio variable.
La trazada de curva en seco fue la primera prueba donde la gente ya empezaba a pegar trompetes por fliparse. A traves de un walkie-talkie, José Carlos, el instructor, nos daba su opinión instantáneamente, a lo Risto Mejide.
Tras un segundo round de slalom y cronometrada (que fue mucho mejor que la primera), llegaba lo interesante: las pruebas en pista mojada. Empezamos en una curva amplia y ancha, con mucha escapatoria en caso de la liásemos mucho. Y vaya que si la liamos. Todos menos uno hacíamos el baile de la peonza. Su puta madre. La idea era entrar lentico y luego abrir gas para romper la adherencia, y a partir de ese momento controlar el derrapaje hasta encarar la recta y entonces pisar el pedal del velocitátor como si no hubiera mañana. Pero de la idea al hecho había un trecho.
Por si eso no nos pareciera suficientemente difícil, la última prueba fue también de control del derrapaje en pista mojada, pero en este caso el ancho era mucho menor y no había escapatoria. Bueno, sí: la tierra con las plantas. Paradójicamente, esta prueba se me dió mejor que la anterior (por lo menos al final), así que me vino de puta madre para dejarme un buen sabor de boca.
Y como se estaba levantando frío y no habíamos traído la rebequita, nos recogimos y nos fuimos de nuevo a la entrada, para hacer ya la despedida.
Lo bueno de estos cursos no es solo conocer algo más tu montura (y poder fliparte más de lo que lo harías en carretera abierta, pa qué engañarnos), si no también conocer a otros enfermos de la puta cabeza y escuchar sus historias de cómo consiguieron su vehículo o de lo que han vivido con él. Más que un evento técnico, es un evento social: muchos de los participantes ya se conocían de antes y eso se nota, haciendo el ambiente más distendido.
Así que fue un día completo: buena gente, buenas máquinas, buen curso, y tener la sensación de que mi nefasto destino se aleja.